¿Cuáles son los impactos, retos y oportunidades de la desaceleración económica y los cambios recientes en China respecto a los países de América Latina?
“Un milagro no es nunca sostenible”, dice la profesora Guo Jie de la Universidad de Pekín, explicando cómo no es una sorpresa para nadie la desaceleración económica de China, país que pasa de un crecimiento del PIB anual de dos dígitos a un crecimiento inferior a 7%, lo que se conoce como “la nueva normalidad”.
Hay evidencias incuestionables del final del boom de la economía china, y su débil desempeño económico en el año 2015 reflejado en la fluctuación inusual del mercado bursátil, y la devaluación del yuan renminbi, comienza a cuestionar al mundo sobre los efectos.
Para el año 2049 (centenario de la fundación de la nación comunista), China se ha trazado como meta alcanzar lo que se conoce desde el año 2013 como “el sueño chino” de convertirse en una nación rica, fuerte, democrática, civilizada y armónicamente socialista. El 19 de enero 2016, China declaró que su PIB en el año 2015 creció 6.9%, debido a la inflación. Esta tasa (la menor en los últimos 25 años), se acerca a lo que China llama “la nueva normalidad de crecimiento”, que busca lograr un crecimiento balanceado y estabilizar el económico anual a tasa promedio a 6.5% hasta el año 2020. Meta que el Presidente Xi Jinping considera necesaria para que China se convierta en una “sociedad moderadamente próspera” para el año 2021, para esto se han diseñado e implementado políticas de estímulo de consumo interno como principal motor de crecimiento, y fortalecer el sistema de seguridad social.
El 7 de abril 2016 tuvo lugar en Medellín el evento “La presencia de China en América Latina: comercio, inversión y cooperación” organizado por el Centro de Estudios Asia Pacífico de la Universidad EAFIT, en asocio con el programa de políticas sociales en Latinoamérica (SOPLA) de la fundación alemana Konrad Adeneur-Stiftung, en el cual fue lanzado el libro con el mismo título a cargo de los autores: Adriana Roldán Pérez, Ama Sofía Castro Lara, Camilo Alberto Pérez Restrepo, Pablo Echavarría Toro y Robert Evan Ellis.
Según analiza Adriana Roldán Pérez de la Universidad EAFIT, “en el año 2010, China consiguió ser la segunda economía del mundo, logrando ocupar la primera posición como país receptor de inversión extranjera directa; ser el primer país exportador del mundo y lograr el tercer lugar como inversionista”. Adriana explica que pese a que China es el segundo socio comercial de la región; las relaciones comerciales en la última década entre China y América Latina se han caracterizado por un alto grado de concentración con Brasil, México y Chile, y por estar centradas en la importación recursos naturales (petróleo, hierro, madera y cobre) y alimentos (principalmente soya); maximizar las relaciones con China en su nuevo escenario supone que Latinoamérica (y en especial los países de la Alianza del Pacífico) trabaje en el desarrollo de una estrategia de industrialización regional que permita tener una oferta competitiva regional de servicios y productos.
Para Wu Guoping, Director del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Ciencias y Tecnologías del Sureste de China, “el país está pasando de un modelo de crecimiento cuantitativo a uno cualitativo, buscando responder a su mercado interno cada vez más demandante”, y este cambió supone una re-estructuración económica e institucional. En relación con Latinoamérica, “se puede observar una transformación de las relaciones económicas en las cuales tradicionalmente el poder estaba concentrado en China”, y es por esto que hay mayores oportunidades de estrechar relaciones operativas y de encadenamientos en algunos sectores, explica el profesor Wu.
Fuente: DINERO.COM